LAS TENTACIONES DE "BOJ" (La Cuaresma)

Me refiero a las sufridas por el justo JOB, sólo que al revés. Las de Job las conocemos bien por el relato bíblico. Satán le pide permiso a Dios para tentarle. Piensa que tras las pruebas dejará de creer y serle fiel. Dios, que está seguro de lo contrario, le concede su petición y comienza el juego de rol. En pocas jornadas Job lo pierde todo. Sus bienes (ganados, criados, casa…); su buena familia (mueren sus hijos y descendientes, su mujer se rebela contra Dios y contra él, sus amigos le critican…); su salud (el cuerpo se le cubre de llagas y de dolores…). Pero a Job le queda el Señor y, a pesar de los pesares, a Él se agarra con una fe desnuda y heroica. Y finalmente resiste a todas las pruebas. Satán suponía que, al perderlo todo, Job renegaría de Dios y abandonaría la fe. Pero se ha equivocado. Dios ha ganado la apuesta.

Las tentaciones de “BOJ” serían inversas. Satán viene ahora a tentar a las sociedades “cristianísimas” de Occidente con la lección aprendida. Después de los horrores de la primera mitad del Siglo XX (Guerra mundial, Guerra Civil española, miseria…), Europa se agarró a su fe religiosa y ésta se vio fortalecida. Los templos se llenaban de fieles antes de que se pudieran reconstruir los muros y techumbres derrumbados. Las vocaciones sacerdotales y consagradas hinchaban a rebosar las casas de formación. ¿Qué hará ahora el diablo? Cambiará de táctica. En lugar de quitar lo poco que las personas tengan… ¡lo dará todo!, a manos llenas. Más dinero, más bienestar, más adelantos científicos… Más conocimientos, más estudios, más información… Más salud, más longevidad… Más diversiones, más viajes, más consumo… Es la tentación de la sobreabundancia. Piensa el tentador que las personas hartas de pan y saturadas de cosas ya no recurrirán a Dios. Los conocimientos científicos remplazarán a las ideas religiosas y Dios ya no será necesario. Como resultado, la Fe se verá abandonada poco a poco, sin rupturas traumáticas, como se abandonan los viejos cacharros de nuestras abuelas. Los símbolos de la fe van a ser piezas de museo, objetos curiosos.

En esta ocasión –hay que reconocerlo- Satán parece haber acertado y ganado a Dios la partida. Su estratagema es inteligente. La apostasía religiosa de nuestros contemporáneos es tan dulce como masiva. Se olvidan de Dios como se olvida un paraguas en el asiento del autobús. Tres días después (o tres meses, o tres años), ya no se acuerdan de nada. La mayoría no sabría decir si cree o no; mucho menos, cuándo, cómo y por qué dejó de creer. ¿La Fe?... ya no preocupa. No hay tiempo ni ganas para esas historias.

Las tentaciones de BOJ son enormemente peligrosas. Narcotizan la conciencia de quien las recibe eliminando poco a poco su capacidad de resistencia y de autocrítica; disuelven sus convicciones y valores. Un estómago agradecido y una mente embotada ya no reaccionan. Nos dejamos llevar suavemente cuesta abajo… hacia la nada.

Junto con la Fe en Dios se pierden normalmente otras cosas fundamentales. La verdadera fraternidad entre los hombres, el valor indiscutible de la persona humana, la pasión por la justicia social, el respeto hacia los diferentes, la convivencia abierta y sin prejuicios…

¿Cómo se combaten estas tentaciones tan insidiosas y camufladas? Antes de que una tragedia personal o colectiva nos abra de nuevo los ojos a la cruda realidad, aún hay unos remedios eficaces. Jesús los ha experimentado personalmente en el desierto: ayunar y alimentarnos de la Palabra de Dios; o bien, lo que nos propone claramente en otro lugar: la Oración y la Penitencia. Necesitamos, pues, la Cuaresma, para que estos remedios nos hagan reaccionar a tiempo. ¡Bendita Cuaresma, tiempo saludable! Si no existiera habría que inventarla.

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